Cuando uno de los miembros de la pareja intenta controlar al máximo la vida del otro y tomar las riendas de la relación, no sólo se resiente el amor y se mina la confianza, sino que además se ve alterado el deseo sexual y pueden surgir conductas abusivas. A más control, mayor riesgo de conflicto y ruptura.
Llamadas por teléfono, envio de mensajes al celular y estar pendiente de la otra persona son detalles importantes en una relación, pero el deseo de conocer los movimientos de la pareja se puede tornar obsesivos y el interés se puede convirtir en control.
Según algunos expertos, el intento de control abusivo de otra persona es un comportamiento enfermizo, hijo de los celos y la inseguridad psicológica, que a menudo comienza por el intento de controlar la forma de vestir del otro y termina con el intento de dirigir todo lo que piensa, dice, siente y hace.
Las jóvenes cuyas parejas intentan controlarlas corren un mayor riesgo de padecer abusos como la violencia doméstica física y sexual, de acuerdo a un estudio de la Facultad de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, en Nueva York (EE.UU.). El 68% de las más de 600 mujeres de 15 a 24 años manifestaron que sus respectivas parejas habían evidenciado una conducta controladora.
Detrás del control se esconde la inseguridad
Según la Universidad de Columbia, las mujeres más propensas a ser víctimas de conductas controladoras tenían de 15 a 18 años, eran hispanas, habían estado expuestas a la violencia doméstica en la infancia, habían estado embarazadas al menos una vez, además en el pasado sufrieron violencia física o sexual y se sentían incómodas al pedir a su pareja use condón.
(FUENTE: peru.com)
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