Un 33% de las mujeres admite que ha mantenido relaciones sexuales en algún momento de su vida con alguien que no era su pareja oficial. Así lo asegura un estudio realizado por el Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP).
Utilizando una muestra de 3.406 encuestadas, la investigación evalua el alcance de la infidelidad y en particular las motivaciones, la disposición y los frenos que ellas se imponen a sí mismas. El adulterio en las mujeres ha sido siempre un tema tabú que incluso hoy es objeto de inconcebibles sanciones en ciertos Estados.
“Causa de lapidación en algunos países, condenada por las grandes religiones, la infidelidad femenina siempre ha sido sinónimo de vergüenza por parte de las instituciones sociales (la familia, las iglesias…) con el fin de controlar el comportamiento de las mujeres”, señala François Kraus, director de Estudios de Política y Actualidad en el Departamento de Opinión del IFOP. “Si bien la tendencia general es que las actitudes sexuales de hombres y mujeres se vayan aproximando, el estudio confirma la persistencia de una fuerte asimetría entre sexos: esta diferencia se explica en parte por un condicionamiento del ‘sexo fuerte’ que tiende a disociar la sexualidad, la afectividad y la vida conyugal”.
Las cifras no paran de crecer
En comparación con los datos recogidos en años anteriores, se manifiesta una clara tendencia al alza de la infidelidad femenina. La progresión parece irrefrenable: un 10% de las mujeres reconocía el adulterio en 1970, un 24% en 2001 y un 33% lo hace en 2016.
Por lo que respecta a hoy en día, un 4% de las mujeres admite estar engañando a su actual pareja, mientras un 16% lo habría hecho al menos una vez desde el inicio de su presente relación. Si entramos en el terreno de la probabilidad, las cifras se disparan, un 23% declara que podría cometer adulterio siempre que nadie se enterara del suceso.
Los porcentajes también son distintos por lo que respecta a la vida en la ciudad frente a los ambientes rurales. Un 30 % de las féminas de las grandes urbes admiten haberse sentido tentadas, frente a un 25% de las que residen en localidades más pequeñas.
La educación surge también como un factor clave. Cuanto más autónomas e independientes son las mujeres más se permiten a ellas mismas la posibilidad de ser infieles. El 40% de las féminas con titulación universitaria reconoce que podría cometer adulterio, mientras que el porcentaje desciende hasta el 30% cuando carecen de formación superior.
Con todo, la infidelidad femenina no se limita exclusivamente al terreno sexual. Para las propias encuestadas, las facetas son múltiples. Si el espectro se amplía hacia otras prácticas no tan evidentes, más allá de la exclusividad sexual, los números también aumentan: un 51% reconoce haber soñado con acostarse con otra persona, un 46% ha besado a alguien que no era su pareja y un 45% admite haber disfrutado con los juegos de seducción.
No obstante, los miedos siguen muy presentes y no son tan distintos a los de otras épocas: un 58% de las mujeres muestra su preocupación por las consecuencias que pueda tener para la familia, mientras que un 43% teme que la relación acabe siendo descubierta por el compañero.
Las verdaderas motivaciones
Un 62% de las mujeres potencialmente infieles declararon que el atractivo físico de la otra persona juega un papel determinante a la hora de dar el paso definitivo. No todo se limita a la belleza exterior, pues otros criterios determinantes para explorar la sexualidad fuera de las relaciones oficiales son los sentimientos que despierta la otra persona (55%) o la falta de atención o afecto por parte del compañero (50%).
¿Qué ha podido cambiar para que se esté dando esta tendencia? Según el IFOP, hay que destacar el papel que están jugando las nuevas formas de encuentro a través de aplicaciones móviles y páginas web. En concreto un 42% de las mujeres potencialmente infieles reconoce que podría utilizar una de estas opciones, prefiriendo los servicios de carácter generalista (37%) frente a aquellos especializados en encuentros extraconyugales (29%).
En el caso de estas nuevas herramientas, las mujeres valoran mucho que los servicios sean gratuitos para ellas, así como la verificación de los perfiles masculinos por parte de los moderadores. Declara Kraus: “Los servicios de citas son un medio que favorece la eliminación de barreras respecto a la infidelidad femenina, sobre todo para las mujeres que son económicamente dependientes de sus compañeros. Este tipo de servicios garantizan un mayor anonimato que los espacios tradicionales, ayudando a la progresiva equiparación del comportamiento sexual entre hombres y mujeres”.
(FUENTE: elconfidencial.com)
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