“Es buena persona pero está muy bajito”, “no tengo tiempo para el amor”, “estoy dispuesta, pero no llega el hombre correcto”, son algunas de las frases que solemos decir cuando se trata de explicarle a alguien la razón por la que no le hemos dado el “sí” al amor, y lo más frecuente es que esto ocurra cuando nos ha tocado estar del lado de los que lloran a consecuencia de una decepción en este campo.
Y aunque es comprensible que en un principio nos neguemos a involucrarnos en una relación por temor a que nos vuelvan a lastimar, puede pasar mucho tiempo, años e incluso una vida, sin que siquiera nos atrevamos a pensar en ello.
Pero lo peor es cuando a pesar de que hay algún guerrero en el campo de batalla que esté deseoso de hacer pareja con una, nos neguemos a esta posibilidad e inventemos cualquier cantidad de excusas para darle un portazo en la nariz y seguir, ni tan alegremente, hundidas en la soledad. Sabotaje, la palabra clave
La psicóloga Sofía Rivera, catedrática de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que “quien actúa de esta manera preserva ese dolor que la hace mantenerse a la defensiva y eludir cualquier ocasión para volver a amar. Su autoestima aún está lastimada pese a que ahora es capaz de realizar acciones que reafirman que es una persona segura de sí misma como tener logros profesionales, convivir con amigos y llevar una vida normal.
"Sin embargo, no se siente merecedora de ser amada, mantiene en la mente la idea de que es responsable única de que su última relación haya fracasado, por eso se empeña en romper con cualquier posibilidad de acompañarse de alguien que esté dispuesto a amarla plenamente”, añade. Estar apta para experimentar la vida en pareja no depende nada más de estar abierta al amor, también se necesita que nos aseguremos de haber superado por completo la experiencia anterior y eso se logra solamente con honestidad. Responder a las siguientes preguntas nos brinda una idea de qué tan resuelto lo tenemos:
• ¿Soy capaz de pensar en mi ex sin ofenderlo o usando un sobrenombre terrible?
• ¿Aún me duele imaginar que él es feliz con otra persona?
• ¿Estoy consciente de que ambos fuimos responsables de la ruptura, y he asumido la parte que me toca?
• ¿Qué estaría esperando de la persona con la que me relacione con fines amorosos?
• ¿Estoy dispuesta a dar lo mismo que pediría de parte de una futura pareja?
• ¿Realmente creo que estoy en un buen momento para retomar el amor?
La respuesta a estas cuestiones, dice la especialista, permite palpar qué tanto hemos superado el evento, porque es posible que la autoestima en otros planos no haya sufrido estragos, pero sí en lo que corresponde a la forma en que nos miramos como merecedoras de amor y con las cualidades para brindarlo también.
“Cada persona debería definir un perfil real de sí misma y de lo que espera encontrar en el otro, por ejemplo, si deseamos tener al lado a un hombre atlético, una tendría que ser de la misma forma porque lo que buscamos son afinidades que nos mantengan interesadas y dispuestas a crecer en armonía con ese individuo que pensamos será nuestro compañero”, dice Sofía Rivera.
El error más grande, agrega, es pensar que una persona perfecta hace cosas que una no hace, que tiene el aspecto económico resuelto cuando nosotras tenemos problemas financieros, entre otros detalles, porque entonces la mirada que tendremos hacia él será la de un redentor que viene a dar la cara por una, cuando en realidad lo ideal es enamorarse, crecer y ser una misma en todo momento, así como tener una relación en la que ambos se complementen.
(FUENTE: laopinion.com)
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