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martes, 29 de abril de 2014

El dolor del corazón de un macho herido


Después de tanto tiempo al fin te has ido y yo, en vez de lamentarlo, he decidido tomármelo con calma… El que diga que nunca ha tenido una desilusión amorosa es porque ha tenido mucha suerte, o porque no ha vivido suficiente…

He dicho que la vida no es un valle de lágrimas... y he salido a la calle como un explorador .

Tarde o temprano llegará, hoy o mañana, el corazón será roto, ya sea por una expectativa que desembocó en un fracaso o por un sentimiento que fue fumigado... He vuelto a tropezar con el pasado y he pedido, en el bar de mis pecados, otra copa de ron...

El desamor es al amor lo que la muerte a la vida, uno es requisito de otro; pero, eso no debe asustar a nadie, el golpe es menos golpe si se amortigua, de ahí la importancia de saber hacer el duelo.

La tarea no es fácil para nadie, pero sobre todo, no es fácil para nosotros los hombres. Nosotros aprendimos desde pequeños que el dolor no se manifiesta, que no se habla de él, sobre todo y especialmente si ese dolor es emocional.

Es así como los hombres reprimimos el dolor, nuestra pareja nos “despacha” y nos ponemos duros, pasamos la página y seguimos como si nada. En el camino, y para evitar tropiezos, buscamos refugio en el licor, en otras relaciones, en la fiesta o la soledad ... Y en otros ojos me olvidé de tu mirada, y en otros labios despisté a la madrugada, y en otro pelo me curé del desconsuelo que empapaba mi almohada.

Todo eso es un placebo, una curita en una herida de guerra. El dolor se reprime y almacena hasta que un día un detonante lo hace explotar en forma de ira.

Así lo concluye la investigación Masculinidad vínculo y duelo, experiencias subjetivas de hombres ante la pérdida de su pareja mujer .

El título es complejo, pero es que el tema es complejo. El investigador a cargo del estudio es Esteban Navarro, un sicólogo del Instituto de Masculinidades Wem.

Para dar con la conclusión expuesta, Navarro realizó dos grupos de discusión con hombres entre 35 y 55 años, quienes habían terminado, de forma definitiva, su relación en un tiempo que iba de los seis meses al año y medio. También efectuó cinco entrevistas a profundidad. Todo el proceso le llevó tres años.

“Encontramos que hay dos tipo de separación: la racional y la emocional. La racional es cuando se da el divorcio, es la parte formal; la emocional es cuando la persona entiende que ya no está con esa pareja, esto se da cuando ve a su expareja con otro hombre, hasta ese momento empieza a sentir, le empieza a doler.

”Acá se evidencia lo territoriales y posesivos que son los hombres, hasta que ‘se le meten a la finca’, tal y como ellos lo dijeron, reconocen la separación”.

Justo en ese momento, por no haber hecho el duelo, surgen situaciones de violencia como celos, amenazas y agresiones hacia su expareja, y, también, actitudes autodestructivas.

“En los grupos de discusión hubo gente que dijo que quería matar a su exmujer, otros que querían suicidarse”, contó Navarro.

De hecho, el experto señala que los casos de femicidios , a los que antes se les llamaba equivocadamente “crímenes pasionales”, son la muestra de un duelo mal llevado, con consecuencias extremas.

La respuesta

Y en otros puertos he atracado mi velero, y en otros cuartos he colgado mi sombrero… La solución más allá de salir a la calle Como un explorador , tal y como lo sugiere Joaquín Sabina en la canción que hilvana este artículo, está en aprovechar la crisis para corregir errores, reflexionar y entender qué fue lo que paso.

“Hay que ponerle el pecho a las balas, sentir el dolor, reorganizar la vida”, dice Navarro. El consejo no se aplica con facilidad: los hombres debemos lidiar con las cadenas de la masculinidad hegemónica , y tratar de olvidar todo los que nos dijeron sobre lo que significa “ser hombre”. Para ello, destaca Navarro, se requiere crear políticas públicas dirigidas a los hombres y acciones que procuren su salud emocional, desde su infancia hasta su etapa adulta.

El dolor, al final de cuentas, pueda que siga ahí, pero, bien abordado, puede ser menos terrible y hasta llegar a contenerse… Solo me pongo triste cuando alguno en el momento más inoportuno, me pregunta por ti...

(FUENTE: nacion.com)

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