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martes, 3 de octubre de 2017

Por qué ahora lo raro es tener pareja y ser fiel


La infidelidad es más vieja que llevar un piercing en el ombligo. Por mucho que quisieran darle un simbolismo más bien recatado, la famosa manzana de Eva bien podría haber sido un joven atractivo apoyado sobre el árbol, mientras le echaba miraditas lascivas. De hecho, ‘el adulterio existe desde que el matrimonio fue inventado’, asegura Esther Perel, una terapeuta experta en parejas en una interesante charla de TED donde cuenta como ha visto a lo largo de sus diez años en la profesión a parejas de todo el mundo “destrozadas por un simple acto de transgresión como es una aventura”.

Antes era habitual que Antonio y Carmen se conocieran en el colegio, paseasen de la mano y, tras diez años de noviazgo, se casasen ‘hasta que la muerte les separase’. Ahora, cada vez es menos común tener una pareja fiel, estable y duradera, pues la sombra de la cornamenta planea sobre todas nuestras cabezas. Pero, ¿esto quiere decir que ahora la gente es más promiscua o es que antes se escondía más por guardar las apariencias?

La cultura del ‘aquí y el ahora’
Adictos a lo rápido y estimulante, consumistas, vagos, egoístas, sobreprotegidos, narcisitas, mal pagados, etc. La lista de cualidades negativas que definen a los millennials es extensa y, como era de esperar, también son más infieles. Según un estudio publicado en The Journal of Sex Research hay dos razones fundamentales por las que esta generación tiende a engañar: para sentirse independientes, es decir, porque se sienten ‘ahogados’ en la relación y por la interdependencia, cuando consideras que tu pareja no te da lo que necesitas. Luego están los que siempre culpan al garrafón. 

Ambos motivos están relacionados con el camino hacia la madurez y la autoexploración. Frases como los ‘nuevos veinte son los treinta’, la inestabilidad económica que nos hace vivir en una especie de adolescencia tardía, la necesidad de irte a Tailandia para ‘encontrarte a ti mismo’ o cambiar de modelo de iPhone de un año para otro, son un reflejo de la realidad social y también son aplicables a las parejas. “Lo que mejor lo define es el concepto de ‘amor líquido’ o la fragilidad de los vínculos en las relaciones de Bauman. Es todo muy poco profundo, solo el ‘aquí y ahora’, satisfacer necesidades y una vez cubiertas, se acaba. Es como el fast food del amor”, asegura Anissa Ouali, sexóloga del Institut d’Estudis de la Sexualitat i la Parella.

Ouali considera que son muchos los factores que “han destapado más las infidelidades ya que antes todo era mucho más secreto”. “Ahora vivimos en un continuo bombardeo de estímulos, en especial, con las redes sociales y plataformas para conocer gente y salir, no te tienes ni que mover de casa y poder ir directo al grano. Además, hay más oportunidades que no incluyen un compromiso y solo se limitan a un contacto sexual”, explica.

Sin embargo, Empar Pérez, psicóloga clínica del centro médico Teknon y de Ago, Growing Together, considera que también debemos definir qué significa ser infiel para cada persona, pues cada relación tiene sus propios códigos e incluso alternativas como las relaciones abiertas o el poliamor tampoco están completamente libres de cuernos. Además, el concepto de qué es una ‘relación estable’ está a años luz del de nuestros padres o abuelos. Ouali relata que para los adolescentes con los que trabaja en diversos talleres una relación duradera son tres meses. ¿Será que ya no estamos dispuestos a aguantar ni media y que la cultura del individualismo se ha impuesto a otros valores o que simplemente los modelos están cambiando a algo más natural?

La culpa es de los malditos genes 

Si tu madre te dice “eres igual de sinvergüenza que tu padre” es posible que tenga una explicación. Un grupo de científicos suecos determinó que si tu padre era una especie de Julio Iglesias, es de esperar que tu termines siendo un Quagmire de la vida. Y todo gracias al alelo 334, receptor de la arginina vasopresina conocida como ‘hormona de la monogamia’ por la vinculación que genera entre el padre y la madre. Cuando en una cita de Tinder se pida un análisis genético completo, este tema quedará resuelto.

La sexóloga Ouali asegura que no hay un perfil psicológico específico del infiel, pues hasta el que menos te esperes puede ser un lobo con piel de cordero. Un estudio de Harvard cree haber descifrado la clave de por qué algunos engañan una y otra vez. La teoría es igual de sencilla que el lema de Pringles: ‘cuando haces pop, ya no hay stop’. Una vez que eres infiel, lo volverás a ser en más ocasiones. Esto es posible gracias al mecanismo de la ‘amnesia ética’, que protege a los mentirosos de la culpabilidad, básicamente les ‘resetea’ el cerebro para evitar la angustia psicológica.

“Cuando eres infiel no solo hay que pensar en que está mal en la relación, sino preguntarse qué intento satisfacer con ella. Aunque esto no significa que solo puedas estar bien contigo mismo con una pareja cerrada, es más el hecho de ser capaz de crear vínculos sólidos”, sentencia Ouali.  La falta de seguridad del vínculo y el apego, la escasa comunicación y apoyo o cómo gestionar el espacio de cada uno, son algunos de los detonantes. Según Mireia Quinquillà, psicoterapeuta familiar y directora de Nectunt Centre de Psicologia, “si estás bien con una persona y la quieres, es un error pensar que eso signifique renunciar a todo lo demás” y considera que “para que una pareja funcione los acuerdos han de ser muy explícitos y revisables desde el principio”.

Lo que es innegable es que los cuentos de Disney de la ‘supuesta media naranja’ han muerto, los modelos evolucionan y muchos tabús se superan. Aún así, Pérez considera que tampoco debemos banalizar la infidelidad, ya que acabaríamos aplicando lo de ‘mal de muchos, consuelo de tontos’. Por mucho que le pase a otros, cuando te sucede a ti es motivo de un gran sufrimiento y jode como nada. 

(FUENTE: codigonuevo.com)

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